
Teología del Reino – Herman N. Ridderbos. Reseña y reflexiones pastorales
Teología
Autor: Amilcar López López
Fecha: 23 Junio 2025
Descripción
La venida del Reino, obra magistral de Herman N. Ridderbos, publicada originalmente como When the Time Had Fully Come: Studies in New Testament Theology (Paideia Press, 1957, 1982), explora con profundidad la escatología bíblica centrada en la proclamación del Reino de Dios. Ridderbos, quien fue profesor de Nuevo Testamento durante más de tres décadas en el Seminario Teológico de Kampen, Países Bajos, hasta su jubilación en 1978, ofrece un estudio riguroso sobre la presencia y el cumplimiento del Reino en el ministerio de Jesús.
El enfoque principal del libro es el Reino de Dios como categoría escatológica, analizado a través de una exégesis cuidadosa de los evangelios sinópticos. Ridderbos sostiene que el mensaje central de Jesús —según se testimonia en dichos evangelios— es la proclamación de la llegada del Reino. Desde los primeros versículos del Evangelio según Marcos, vemos a Jesús anunciando: “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). El Evangelio según Lucas refuerza este mensaje con declaraciones como: “Les hablaba del Reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados” (Lucas 9:11).
Desde esta perspectiva, Ridderbos desarrolla que todo el mensaje de Jesús y de sus apóstoles está profundamente enfocado en la revelación, manifestación y cumplimiento del Reino. De esto trata esta obra.
La venida del Reino de Herman N. Ridderbos no es simplemente una obra académica; es una invitación a redescubrir el corazón del mensaje de Jesucristo: el Reino de Dios. En esta publicación, Ridderbos despliega una teología sólida y profundamente bíblica, arraigada en la proclamación del evangelio y en la escatología neotestamentaria. Como pastores, predicadores y discípulos, este libro nos llama a volver a lo esencial: Cristo ha venido, el Reino está entre nosotros, y somos llamados a vivir como ciudadanos de esa realidad presente y futura.
1.1 El Reino anunciado desde los profetas
Aunque el Antiguo Testamento no menciona literalmente la expresión “Reino de Dios”, Israel sostenía una esperanza firme en la soberanía venidera del Señor sobre toda la creación. Ridderbos nos recuerda que esta esperanza estaba profundamente anclada en la confesión: “¡Reina Jehová!” (Salmo 93:1). Hoy, como Iglesia, podemos aferrarnos a esa misma promesa y proclamar con convicción que el Reino es una realidad presente en Cristo.
1.2 Juan y Jesús: la continuidad del mensaje
Juan el Bautista prepara el camino, y Jesús lo recorre. La predicación del Reino no nace con Cristo, pero en Él se cumple. Ridderbos destaca que no hay diferencia entre “Reino de los cielos” y “Reino de Dios”; ambos expresan el cumplimiento del tiempo de salvación. Esta verdad nos alienta a reconocer que nuestra predicación no es invento humano, sino continuidad de una obra redentora que se extiende desde la eternidad hasta nuestras congregaciones hoy.
1.3 El Reino ha llegado en Cristo
Cristo no solo habló del Reino: Él es el Reino encarnado. Por eso Ridderbos, citando a los padres de la Iglesia, lo llama autobasileia, “el Reino en persona”. Esto es central para nuestra pastoral: cada vez que predicamos a Cristo, predicamos el Reino. Cada acto de compasión, enseñanza o sanidad que brota de la obra del Espíritu en nosotros, testifica que el Reino ha llegado.
1.4 El Reino está aquí… pero aún esperamos
Aquí encontramos uno de los énfasis más poderosos para el ministerio pastoral: vivimos entre el “ya” y el “todavía no”. El Reino ha sido inaugurado, pero aún no ha sido consumado. Esta tensión nos sostiene con esperanza, especialmente cuando enfrentamos dolor, injusticia o muerte. Sabemos que lo que ahora vemos es solo el principio glorioso de lo que vendrá. Como pastores, debemos alimentar la fe de la Iglesia con esta perspectiva escatológica vibrante.
1.5 El evangelio del Reino: don y demanda
Ridderbos afirma que el evangelio es tanto regalo como mandato. Anuncia gracia, pero también llama al arrepentimiento. Este equilibrio es crucial en la predicación pastoral: no podemos proclamar solo consuelo sin exhortación, ni solo juicio sin esperanza. El Reino exige una respuesta, y nuestra labor es invitar a esa entrega confiada y obediente al Rey.
1.6 El Rey que salva de los pecados
Finalmente, el corazón del Reino es la salvación: “Llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). No anunciamos un programa moral ni un proyecto político, sino una redención completa y definitiva. En Cristo, nuestros hermanos encuentran libertad, comunión con Dios y certeza eterna. Esto da forma y poder a toda nuestra enseñanza, cuidado pastoral y discipulado.
Reflexión final
Como pastores y líderes del pueblo de Dios, estamos llamados a encarnar y proclamar este Reino en todas sus dimensiones. Ridderbos nos entrega una herramienta valiosa para entender la profundidad bíblica del Reino, pero más aún, nos anima a vivir desde esa realidad, formar a otros en ella y esperar con gozo su manifestación gloriosa.